Adolfo Calero, fundador y líder de la “contra”, el grupo armado derechista que en la década de los 80 del siglo XX intentó derrocar al primer gobierno nicaragüense surgido de la revolución sandinista, murió ayer en Managua, a los 81 años, debido a una enfermedad pulmonar.
Calero, que había nacido en la capital nicaragüense en 1931, fue opositor al régimen de los Somoza, que gobernó durante más de cuatro décadas, y contribuyó a su derrocamiento por la revolución sandinista, en julio de 1979.
Sin embargo, poco después se distanció del sandinismo y en 1983 fundó la llamada Fuerza Democrática Nicaragüense, que más tarde se convirtió en la Resistencia Nicaragüense, la guerrilla que llegó a movilizar a más de 10.000 hombres para luchar contra el gobierno que ya entonces encabezaba Daniel Ortega.
A Calero, quien se educó en la universidad estadounidense Notre-Dame y dirigió la filial de la Coca-Cola en Nicaragua, se lo vinculó con la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos.
Era el administrador del dinero que recibía la guerrilla antisandinista y en esa condición estuvo directamente involucrado en el escándalo Irán-Contras, que puso en peligro el gobierno de Ronald Reagan.
Cuando en 1987 Reagan asumió “toda la responsabilidad” por la venta ilegal de armas a Irán y la derivación de fondos producidos por esas operaciones a financiar la “contra” nicaragüense, todo ello a espaldas del Congreso, Calero dijo que desconocía el origen de ese dinero.
El destape del caso provocó el cese de la ayuda estadounidense. En 1988, Calero regresó a Nicaragua para negociar el fin de la guerra con el gobierno sandinista, y un año más tarde culpó a Estados Unidos por el fracaso del grupo armado que fundó y dirigió.
Se convirtió entonces en el hombre fuerte de la Unión Nacional Opositora (UNO). Sin embargo, cuando esta coalición de 14 partidos de diversas ideologías derrotó en las urnas al sandinismo y consagró presidenta a Violeta Chamorro, en 1990, Calero ya no formaba parte de ella debido a diferencias con otros dirigentes.
En los últimos años militó en el Partido Conservador, una fuerza dividida y sin ninguna importancia en el mapa político nicaragüense.
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